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Curso de profesores de español ELE
19 Ago 2015
Marcos Rodríguez Vázquez

Jóvenes y niños como estudiantes de español: reflexiones prácticas

Antes de nada me gustaría dar las gracias a este curso por todo lo que me ha aportado a nivel personal y profesional y a Alfredo por los comentarios y correcciones y su ayuda. ¡Ánimo a todos aquellos que estáis con el curso! La aportación del blog me gustaría hacerla sobre un par de temas que hace tiempo que me rondan por la cabeza y me gustaría compartir con vosotros y pediros vuestra opinión.

Hace muchos años mi madre me dijo uno de esos refranes que se te queda grabado a fuego en la memoria: la paciencia es la madre de la ciencia. Por aquel entonces yo todavía estaba estudiando en el instituto y no le di la razón, pero con el paso de los años me fui dando cuenta de que tenía toda la razón. Desde entonces es uno de mis lemas y, afortunadamente, puedo decir que la paciencia es una de mis virtudes. Desde mi punto de vista, tener paciencia es una de las características principales que debe tener un profesor, enseñe español, inglés, matemáticas, biología, dibujo técnico o arte dramático.

Obviamente tener una buena formación es esencial y todo lo que se ha trabajado en este curso ha sido muy útil. Sin embargo, si algo he aprendido de mi etapa de estudiante y como profesor ahora es que saber mucho de un tema no te convierte en un buen profesor. ¿Cuántos de vosotros habéis tenido un profesor o profesora que sabía muchísimo sobre la materia que impartía pero no habéis aprendido prácticamente nada porque no ha sido capaz de transmitir los conocimientos o no ha tenido la paciencia de explicar los contenidos acuradamente para que sus alumnos los entiendan?
Si algo he aprendido desde que empecé hace ya ocho años dando clases de refuerzo de inglés es que si no te adaptas y tienes paciencia tus alumnos no van a aprender nada y vas a fracasar estrepitosamente.

Siguiendo con el tema de la paciencia, otro tema sobre el que me gustaría hablar es sobre la actitud y el comportamiento de los alumnos, sobre todo adolescentes y niños. A menudo me encuentro en mis clases con alumnos que vienen a estudiar obligados por los padres y sin ganas porque nos les gusta. Mi misión es intentar cambiar esta opinión aunque la mayoría de sesiones me encuentro que las actividades que planteo no funcionan simplemente porque los alumnos no ponen de su parte, no quieren trabajar y molestan tanto a los alumnos que quieren aprender como a mí. En ocasiones más que un profesor me siento como un policía o un vigilante, controlando que estén en silencio y se comporten. Y la duda que me surge es la siguiente: ¿me habré equivocado al plantear las actividades de esta sesión y tendría que haber pensado en otro tipo de actividad?

Teniendo en cuenta que algunas actividades funcionan a la perfección en algunos alumnos, la respuesta me lleva siempre a culpar a cierto tipo de alumno cuyo comportamiento no se ajusta a las normas que se deben cumplir en el aula.

Mi conclusión a todo esto es que en este curso se ha tratado mucho el método comunicativo y la importancia de una buena planificación de unidades didácticas, tareas y objetivos. Sin embargo, lo que me ha enseñando la experiencia es que por mucho que te estrujes el cerebro en plantear actividades lo más comunicativas, entretenidas y divertidas sino hay un buen ambiente en el aula y los alumnos no están dispuestos a aprender, todo lo que has planificado se va al garete.

Sea como sea, en mi caso lo más importante, en primer lugar, es que no se suban a la chepa y recordar a los alumnos que mi clase no es el patio del colegio y que deben cumplir unas normas; y en segundo lugar, premiar a los alumnos que trabajan y se portan bien, como forma de demostrar que las cosas se ganan, no se dan.

A partir de esta reflexión me gustaría dejaros un par de preguntas para que compartáis vuestras experiencias:
¿Alguna vez no habéis podido llevar a cabo una sesión por el comportamiento de los alumnos?
¿Cómo os sentisteis?

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